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HOLLYWOOD


"La guerra de Charlie Wilson": Patriota desnudo y drogadicto
25-II-08

Por Alberto Duque López

Aunque el lector y el espectador no lo crean, el personaje real de la comedia “La guerra de Charlie Wilson / Juego de Poder”, dirigida por el maestro Mike Nichols (Berlín, noviembre 6, 1931), sigue vivo todavía, divertido con esta versión cínica y agresiva de los años 80 en los que este hombre, interpretado con humor y simpatía por Tom Hanks, fue capaz de sacudir al Congreso de Estados Unidos y organizar la operación más sigilosa y exitosa contra la presencia salvaje de los rusos en Afganistán.

Ese personaje real, Charlie Wilson, tiene ahora 75 años, sobreviviente de un trasplante de corazón, cuya convalecencia interrumpió para mezclarse con las estrellas de Hollywood en el lanzamiento de la película y enfrentar a los periodistas que le preguntaban si una de las escenas iniciales, llena de sexo, licor y drogas era verídica. Diplomático en esta etapa de su vida, el ex congresista respondió: "Fueron muy amables conmigo. Pensé que el film sería más duro, con más sexo y más malas palabras. Creo que lo suavizaron para que fuera más vendible".

Y como los nexos entre Hollywood y la realidad cercana son insondables, resulta que la esposa del director, la famosa periodista Diane Sawyer, estuvo saliendo con Wilson varias décadas atrás y de esos encuentros Nichols recuerda que "fueron a cenar dos veces y ella me contó que pensó que estaba loco y se asustó".

“La guerra de Charlie Wilson / Juego de Poder”, como casi todas las películas de este tantas veces premiado director, encierra una carga de cinismo, desparpajo, alegría, humor negro, agresividad y esa mirada burlona a los conceptos de honor, moralidad, amistad, ambición y lealtad que manejan quienes ejercen el poder en todas sus esferas.

Además del patriotismo, por supuesto, porque por encima de todo, este Charlie Wilson que en las escenas iniciales es condecorado por el Congreso para premiar su papel en la liberación afgana y luego asoma en ese jacuzzi, desnudo, acompañado de un amigo y tres mujeres muy hermosas; ese Wilson que vuela de Washington a Texas para seguir seduciendo a una millonaria madura (Julia Roberts) mientras se encuentra con su amigo de la CIA (Philip Seymour Hoffman) y discutir las operaciones militares; ese personaje seductor, mujeriego, drogadicto, enloquecido con el poder político y financiero…es un patriota, como los de antes, los que piensan que las barras y las estrellas deben estar en todo el mundo. Los que miran a los “rojos” como enemigos naturales.

Conocedor como pocos de la naturaleza humana, Nichols tiene el don de diseccionar sus personajes hasta el hueso y, en la oscuridad uno siente con Charles Wilson que la película le habla a los ojos, le cuenta una historia que sí le interesa y mucho, aunque el escenario sean los desiertos afganos con los mujaidines recibiendo el armamento norteamericano y derribando los helicópteros rusos, a través del estupendo guión del veterano Aaron Sorkin, conocedor de esos temas.

Por eso, mientras asistimos a las escenas iniciales, sentimos que habrá un goce total con esta historia, como lo hubo con sus obras maestras anteriores: “¿Quién teme a Virginia Wolf?”, 1966; “El graduado”, 1967; “Trampa 22”, 1970; “Conocimiento carnal”, 1971; “Silkwood”, 1983; “Heartburn”, 1986; "Armas de mujer / Secretaria ejecutiva”, 1988; “Una jaula de grillos / La jaula de las locas”, 1996; “Colores primarios”, 1998 y, su obra maestra, una de las miradas más dolorosas a las relaciones de pareja, “Closer”, 2004.

Si uno compara “La guerra de Charlie Wilson / Juego de Poder” con esos títulos, descubre que Nichols conserva el don de los grandes narradores como Fellini y Almodóvar, Altman y Woody Allen, Bergman y Antonioni quienes saben de qué está fabricada el alma humana, conocen sus laberintos, identifican sus aberraciones, mentiras y dobleces, y en sus películas nos ofrecen el espectáculo doloroso de personajes enfrentados a su destino mientras sobreviven a pesar de ellos mismos. Desnudos, beodos y drogados.

Por eso, “La guerra de Charlie Wilson / Juego de Poder” se diferencia de recientes películas dedicadas a denunciar las miserias de las intervenciones militares y políticas de Estados Unidos en el resto del mundo como “Leones por corderos” de Redford; “La batalla de Hadhita” de Nick Broomfield; “El sospechoso” de Gavin Hood; “Un corazón invencible / Todo corazón” de Michael Winterbotton; “El reino” de Peter Berg; “Redacted” de Brian de Palma; “En el valle de Elah” de Paul Haggis, entre otras, se diferencia por un elemento corrosivo: el humor negro para acercarse a los personajes y la historia, por crueles y desagradables que puedan ser.

Esta es una sátira política y como tal, hay que gozarla mientras comprobamos que estos personajes, estos hechos, estas situaciones increíbles, absurdos y descabellados son reales, están frescos y es con esa materia que se decide el destino de millones de personas en lejanos desiertos. Tom Hanks está formidable y real. La política de Estados Unidos aparece en toda su fealdad pero más amenazante porque, sus protagonistas la ejercen desnudos y muertos de la risa.

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