Espeso arranque de la competencia en la Mostra veneciana con Kitano y Petzold
28-VIII-08
Después de la pirotecnia y el brillo estelar de la jornada inaugural, donde los Coen y su reparto en "Quemar después de leer", con la tranquilidad que da no competir por el León de Oro, hicieron las delicias del respetable, entramos este jueves en el concurso propiamente dicho, y -honestamente- no lo hicimos con demasiado buen pie. Tanto "Akires to kame" ("Aquiles y la tortuga"), del veterano japonés Takeshi Kitano, creador aupado internacionalmente por este certamen, como "Jerichow", del alemán Christian Petzold, defraudaron.
Kitano, aparentemente ya lejos sus violentas y sanguíneas cintas que le dieron fama mundial, cierra su trilogía sobre "La autodestrucción del artista" con "Akires to kame", nuevo ejercicio de narcísica autocomplacencia -no exenta de algunos agudos toques de autoparodia que se agradecen sinceramente- sobre las angustias de la creación.
Machisu, su personaje central (al que el mismo Kitano da vida en su etapa de madurez), es un pintor poseído por una vocación mucho más elevada que sus aciertos, hijo de un coleccionista de arte, que febrilmente intenta encontrar su propio sello, fracasando una y otra vez pero sin darse por vencido.
Pero a pesar de hermosos momentos y bella fotografía, "Akires to kame" no logra enganchar, y como su personaje central choca en sus contradicciones y termina aburriendo.
Por su parte, "Jerichow" de Christian Petzold, uno de los nuevos cineastas germanos más condiciados por los festivales, autor de la elogiada "Yella", recurre nuevamente a su actriz fetiche Nina Hoss para ubicarla en medio de un triángulo de criaturas doloridas, en un ambiente no menos deprimido y depresivo. En la pobre ciudad del noreste alemán que da título al film, se desarrolla esta historia sobre un joven ex soldado en Afganistán, que establece una venenosa relación con la esposa de su jefe y vecino, un empresario de origen turco.
Hoss es Laura, una mujer silenciosa y triste que contempla la estrecha dedicación de su esposo a controlar la actividad de los numerosos pequeños bares que a lo largo de los años ha logrado adquirir y hace lo que puede por ayudarle. De uno de ellos la sacó años atrás para hacerla su esposa.
Sin embargo, con la llegada del joven vecino Thomas, tan poco hablador como ella, contratado por su marido como chófer, va a nacer una pasión axfisiada que derivará hacia una situación que recordará a los cinéfagos a las dos versiones de "El cartero siempre llama dos veces", envenenada por el dinero.
Dos prestigiosos profesionales de diversos talentos, el mexicano Guillermo Arriaga y el francés Barbet Schroeder, aspirarán este viernes a elevar el listón de la competencia con respectivamente "The burning plain" e "Inju".
© E.E. (Venecia)-NOTICINE.com
28-VIII-08
Después de la pirotecnia y el brillo estelar de la jornada inaugural, donde los Coen y su reparto en "Quemar después de leer", con la tranquilidad que da no competir por el León de Oro, hicieron las delicias del respetable, entramos este jueves en el concurso propiamente dicho, y -honestamente- no lo hicimos con demasiado buen pie. Tanto "Akires to kame" ("Aquiles y la tortuga"), del veterano japonés Takeshi Kitano, creador aupado internacionalmente por este certamen, como "Jerichow", del alemán Christian Petzold, defraudaron.
Kitano, aparentemente ya lejos sus violentas y sanguíneas cintas que le dieron fama mundial, cierra su trilogía sobre "La autodestrucción del artista" con "Akires to kame", nuevo ejercicio de narcísica autocomplacencia -no exenta de algunos agudos toques de autoparodia que se agradecen sinceramente- sobre las angustias de la creación.
Machisu, su personaje central (al que el mismo Kitano da vida en su etapa de madurez), es un pintor poseído por una vocación mucho más elevada que sus aciertos, hijo de un coleccionista de arte, que febrilmente intenta encontrar su propio sello, fracasando una y otra vez pero sin darse por vencido.
Pero a pesar de hermosos momentos y bella fotografía, "Akires to kame" no logra enganchar, y como su personaje central choca en sus contradicciones y termina aburriendo.
Por su parte, "Jerichow" de Christian Petzold, uno de los nuevos cineastas germanos más condiciados por los festivales, autor de la elogiada "Yella", recurre nuevamente a su actriz fetiche Nina Hoss para ubicarla en medio de un triángulo de criaturas doloridas, en un ambiente no menos deprimido y depresivo. En la pobre ciudad del noreste alemán que da título al film, se desarrolla esta historia sobre un joven ex soldado en Afganistán, que establece una venenosa relación con la esposa de su jefe y vecino, un empresario de origen turco.
Hoss es Laura, una mujer silenciosa y triste que contempla la estrecha dedicación de su esposo a controlar la actividad de los numerosos pequeños bares que a lo largo de los años ha logrado adquirir y hace lo que puede por ayudarle. De uno de ellos la sacó años atrás para hacerla su esposa.
Sin embargo, con la llegada del joven vecino Thomas, tan poco hablador como ella, contratado por su marido como chófer, va a nacer una pasión axfisiada que derivará hacia una situación que recordará a los cinéfagos a las dos versiones de "El cartero siempre llama dos veces", envenenada por el dinero.
Dos prestigiosos profesionales de diversos talentos, el mexicano Guillermo Arriaga y el francés Barbet Schroeder, aspirarán este viernes a elevar el listón de la competencia con respectivamente "The burning plain" e "Inju".
© E.E. (Venecia)-NOTICINE.com
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