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HOLLYWOOD

Centenario de Bette Davis, una diva a ojos vista

4-IV-08

Por Jon Apaolaza

Quienes tuvimos la suerte de asistir a la última aparición pública de Bette Davis, en el festival de San Sebastián del 89, quedamos impresionados por la noticia de su fallecimiento, apenas dos semanas después, en un hospital parisino. Aquella representación donostiarra, muy en la linea Norma Desmond ("El crepúsculo de los dioses / Sunset Boulevard"), tuvo todo el magnetismo del viejo Hollywood. La técnica de una diva. La magia de las estrellas de antaño.

Y es que Bette Davis, la de los ojos que cantó Kim Carnes, que este sábado hubiera cumplido cien años, pertenecía a esa generación del "star system", cuyas figuras parecían inalcanzables para el común de los mortales. A diferencia de muchas otras actrices, Davis no era guapa. Tenía algo, sin duda, una expresividad fuera de lo corriente y gran autenticidad en su técnica interpretativa. En una época en la que existían muchos más papeles femeninos con verdadero contenido, Bette Davis fue una de las reinas de la pantalla.

Ruth Elizabeth Davis había nacido en Lowell (Massachussets), el 5 de abril de 1908. Estudió danza y Arte Dramático. Su debut en los escenarios se vió acompañado por el éxito, lo que le abrió las puertas del cine tres años después. Su primera película, "Bad sister", hizo que la Warner le ofreciera un contrato que se prolongó hasta 1949. En ese periodo alcanzó el estrellato y trabajó con los mejores directores. "El puente de Waterloo", "Esclavos de la tierra", "2.000 años en Sing Sing" y "El altar de la moda" están entre sus más significativos títulos.

Su esfuerzo quedó recompensado con dos Oscars, por "Dangerous" (1935) y "Jezabel"(1938). Aquella década resultó muy productiva para la actriz, que no paraba de rodar hasta nueve películas anuales. A diferencia de otras personalidades de la pantalla grande, Davis no paró de trabajar continuadamente hasta practicamente los años 70. Entre sus más de 80 películas rodadas a lo largo de 58 años, destacan "El bosque petrificado", "La solterona", "Amarga victoria", "La loba", "Eva al desnudo", "Llama un desconocido", "Un gangster para un milagro", "¿Qué‚ fue de baby Jane?", "Canción de cuna para un cadáver"...

Fuera de la pantalla, Davis se casó cuatro veces y tuvo una única hija, de su primer matrimonio, fue presidenta de la Academia de Hollywood, publicó su autobiografía en 1963, y le concedieron la Legión de Honor en Francia. Tenía fama de ser una mujer dura, por su extrema profesionalidad, en la que no había lugar para la improvisación o la chapuza, ni propia ni sobre todo ajena. Pero en medio de caprichosos artistas primerizos, el recuerdo de Bette Davis nos devuelve a un pasado en el que la meca del cine tenía mucho de olimpo.

Personalmente, no olvidaré aquella noche en un palco del Victoria Eugenia cuando tuve el honor de retransmitir para Radio Euskadi, en directo, la última actuación pública de Bette Davis.

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